Lanterna dos afogados - Herbet Viana y Gal Costa

Entrenamiento para descreer ( I )...

Ja! me dice que soy novelera. Yo exponiendole mis sentimientos como una idiota, con cara de perro mojado, con el rabo entre las piernas como diría el chavo. Ahí, al frente como la primera línea de combate, dispuesta por mi causa. Fingiendo no esperar nada y esperando demasiado. Extirpando mis latidos como una operación a corazón abierto, con la simple esperanza de que tan solo lo cuiden un poquito.
Respiro profundo, bajo mi mirada y con un sutil reojo, pero no lateral!, de esos reojos que lentamente van de abajo hacia arriba, desde el piso hacia sus ojos. Empiezo a articular cada uno de mis músculos faciales para decir lo que traía enquistado en algún punto bastante garande de mi ser. Trato de dosificar el aire, porque los nervios extremos me vuelven algo tartamuda.
Frente a mí, una gran pared de carne y hueso. Siempre supe que había un punto en ella donde se podía pasar, donde era posible quebrarla... nunca lo encontré. Frente a esa pared, yo, estrujandome una y otra vez contra ella.

Mis palabras empezaron tímidamente a despuntar. No sería correcto utilizar precisamente el término fluir, pero como quien hace deporte, una vez que se va entrando en calor, los movimientos parecen aceitarse y mi expresion oral tambien parecía hacerlo. Y cada frase que agregaba era un pedacito más de mi orgullo que iba tragando, para en breve generarme una severa gastritis. Pero nada de eso importaba..., si si claro era mi momento de expresar lo que sentía, me repetía eso en mi pensamiento una y otra vez. Era mi última oprtunidad y no había tiempo para conflictos de ego. Casi con una L gigante (representada por mi dedo índice y pulgar) en mi frente no escatimé metáforas ni palabras que ayudaran a describir, a hacer un poquito mas concreto a su entender, lo que es tan abstracto para el otro y tan avasallante para uno como el sentir.

Ya no había retorno, tal vez realmente sí era repugnante mi cursilería, o tal vez era una declaración con arte...todo depende de los oídos a los que uno se exponga. Para mi solamente fue sinceridad y mucho ovario, con lo poco... o mucho... que eso pueda significar. Para los oído a los que me exponía, yo era Alberto Migre, en palabras textuales. Cuanta ocurrencia!..., en realidad no se si decir cuanta ocurrencia o que poca autoestima!. Traté de evitar sus tendencias a minimizar las situaciones para no hacerse cargo de las cosas. Traté de hacerle entender que Alberto Migre o cualquiera de sus novelitas, o incluso las p** coincidencias que pudiera encontrar con ellas, no venìan al caso, simplemente porque eso era ficción, mentira, y lo mio, con las palabras acertadas o no, era lo que me estaba pasando, ahí y en ese momento. Pero sin ser redundante ni usar frases trilladas... era como hablarle a la pared. Y sí, ante ello, ante esa inverosímil situación en la que ya no solomente tenía que explicar lo que sentía, sino también debía convencer de que no era un ensayo de mi clase de teatro, simplemente acompañé con una sonrisa. Que iba a hacer?... Mirá que me había imaginado respuestas posibles ... Que hubieras hecho vos? Enfrente mio había alguien que ni siquiera podía tomar en serio lo que decía, como si la situación, con el simple hecho de no "acompañarme en el sentimiento" ya no fuera lo suficientemente frustrante.

Con la desilusión a cuestas, la impotencia en mi carne, como si estuviera intentando correr bajo el agua. Maldiciendo los 2000 cuentos de Disney que uno se traga desde la infancia, las cientos de novelas adolescentes que vinieron después y las estúpidas películas románticas, que solo forman en nuestra cabeza un marco de ideas inconcsientes sobre el amor inexistentes en la práctica. Con la mirada duditativa entre sus ojos y el horizonte, y juntando el poco amor propio que me quedaba ... si es que aún quedaba algo, comencé mi retirada. Pausada, atenta, como esperando que me detengan. No hubo ruidos ni voces de aura, ni siquiera un reprimido susurro. Y yo, cansada de adivinar sus pensamientos, proseguí en mi camino. Con aquella maldita palabra retumbando en mi cabeza, con la ironía en mi sonrisa cada vez que volvía a retumbar.

Con el corazon arrastrandolo contra el pavimento en mi andar y el alma en punto muerto, reveía mis conceptos sobre el amor. Dicen que duele mas una desepción que una traición, y yo aún no decidía con cual de esas dos, aquel codiciado sentimiento con aires de superioridad, me había pegado más fuerte. Lo perdono, pero la verdad que le perdí la confianza. Y entre tanto, esa palabra otra vez irrumpiendo mi veredicto... Ja!, con todo lo que podría haber dicho, me dice que soy novelera...

Y como viene a la ocasión, aca les dejo, a mi parecer una de las declaraciones (DE FICCION) más lindas y mas conmovedoras. De la peli "Realmente amor". Para todos los que les encanta ver estas escenas en la tele, para aquellos que les gustaría vivirlas y, sobretodo, para aquellos que les encanta verlas en la ficción pero se hacen los duros cuando les toca. Espero que les guste. Este chico también estaba jugado....después de todo, en algo de la realidad tiene que estar inspirada la ficción ¿no?

1 comentario:

  1. Siempre hay quienes prefieren no oir o lo que es peor no entender mucho más cuando de sentimientos se trata; pero al menos nos queda el buen sabor de boca de haber dicho lo que sentíamos porque eso, el desnudar nuestros sentimientos, solo indica una cosa: que somos valientes y sinceros con nosotros mismos y con quien bien queremos.

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Muchas Gracias!!