Lanterna dos afogados - Herbet Viana y Gal Costa

Un Mundo Vacío

Tengo un mundo vacío, que a veces parece que no; pero quizás simplemente sea que a veces no se note. Tengo un mundo vacio, y ese vacio irónicamente es aplastante, asfixia. Y mi mirada a veces se pierde en él…porque de nada sirve mirar para arriba, para abajo o para los costados, nada cambia, no hay nada ni nadie, arriba, ni abajo y lastimosamente mucho menos a los costados. Solo el vacío, mis pensamientos y yo.

Tengo un mundo vacío que alguna vez no fue tal, y lo que es peor, no se como se llena. Es curioso como a veces, esos días de hermosa luz, aparecen hologramas, figuras que rompen la nada y crean expectativa; pero el tiempo las esfuma de repente, para entender que solo son espejismos creados por el alma, como los engañoso molinos de Don Quijote… en el fondo, él también era un simple soñador con un mundo vacio...

Y el alma se cansa de correr tras el viento, se cansa de figuras efímeras que se aparecen solo par después desaparecer, figuras carentes de contenido, se cansa de esperar y de intentar, de sostener la desilusión, de la infinitud de la expectativa, realmente se agota de cargar a cuestas ese mundo que, a pesar de sus esfuerzos, inevitable e inexcusablemente está, ni mas ni menos que vacío.

Y ves como de nada te sirve llenar los espacios de gente, de actividades, de proyectos mentales…el vacio sigue inmodificable, perpetuado y nadie siquiera puede darse cuenta de ello, pero no es reprochable…muchas veces la personas están tan llenas de gente, actividades, proyectos mentales, tan carentes de tiempo, que ni siquiera llegan a darse cuenta de sus propios vacios.

Y Así, en el ensordecedor silencio que provoca estar en el medio de la nada, seguís esperando que aparezca alguien. No un superhéroe o una persona mágica. No un príncipe azul o una amiga superpoderosa; no hablo de amores ni de relaciones…simplemente de una persona. Alguien de carne y hueso que mire donde estás ¡y te vea!; que no aparezca sólo para desaparecer, y que cuando te vea no diga mas que hola, porque el caudal de palabras no implica decir lo necesario. Y que simplemente se siente a tu lado, sin pedir nada mas que compartir ese momento, ese paisaje, y te deje saber así, con una amistosa y apenas notoria sonrisa, que aunque no medien palabras, está ahí, por si acaso.

Y entonces el aire pareciera pareciera volverse más liviano y llegar con sencillez otra vez a los pulmones. Pareciera que el alma empezara a relajarse. No porque hayan desaparecido sus penas, pero sí, tal vez, porque cuando mirás arriba, abajo; ¡o mejor aún!, al costado, hay alguien que rompe el vacío… hay alguien que ya no lo deja existir.

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